"Ayer quedó aprobada la ordenanza del "ladrillo". Se escucharon voces irónicas: "no tendrán temas más importantes que tratar?". Esas voces solo pueden hablar del valor comercial de un ladrillo viejo, amurado a un pilar de luz. Lo que no logran ver ni escuchar es lo que el ladrillo tiene para decir:
"Hubo un momento en la historia de la Nueva Federación, donde las casas eran todas iguales, imposible identificar una de otra. Don Jaime Zimerman, para poder ubicarse, colocó un ladrillo rojo sobre el pilar de luz, insignificante para los ojos de los mayores que andaban, al igual que él, tratando de reconocer su casa, pero resplandeciente para los ojos inocentes de los niños del barrio que rápidamente lo detectaron y comenzaron a moverlo de pilar en pilar, en toda la cuadra. Cansado de la travesura que se repetía diariamente, Don Zimerman, se aseguró que no lo movieran más de lugar y decidió adherirlo a su pilar de luz con cemento.
Pasaron cuarenta y cuatro años, y el ladrillo estoico siguió mostrando a quién lo quisiera ver cuál era la casa de don Jaime. Él falleció y se vendió la casa, los nuevos dueños con intenciones de remodelarla fueron alertados por los vecinos: - Miren que ese “ladrillo” es histórico!!"
Aquí es donde toma forma de Ordenanza:
- Que previendo futuras decisiones de quitar el ladrillo del pilar de luz, se hace necesario instrumentar medidas de conservación.
- Y establecerlo como parte del patrimonio histórico oral y anecdotario popular de la ciudad, tomando forma física de “un ladrillo amurado a un pilar de luz”.
En resumen, existe un valor inmaterial de las cosas, que hablan y reflejan los sentimientos de una época. Desde el Museo de los Asentamientos celebramos esta acción, porque al igual que el ladrillo, cada uno de los objetos que atesoramos en este museo, cuentan algo de nuestra rica historia.
Agradecemos a don Alberto Godoy y Sra. (los nuevos dueños de la vivienda) que sin ser de Federación comprendieron rápidamente el valor inmaterial de lo que habían adquirido".